
La política de austeridad de Monti sin visión económica de futuro y crecimiento aplicada para tranquilizar a los mercados induce una recesión que finalmente no tranquiliza a los acreedores. Los acreedores saben bien que sin crecimiento no hay reducción posible de los déficits y del endeudamiento. Las crisis sociales sacuden a los países que han aplicado drásticos planes de ajuste, que se traducen en disminución de empleo, rentas y servicios sociales y en una juventud sin futuro que constituye una peligrosa bomba de relojería
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